Remoto desde el Campo Parte II - Adaptándome al cambio
Como especie Homo Sapiens tenemos la increíble ventaja de adaptarnos a cualquier entorno, no obstante, esto es un proceso que toma su tiempo – a veces más del que queremos. Viniendo de la ciudad, acostumbrado a la inmediatez, la adaptación ha sido un gran llamado a lo que ahora denomino “la paz-ciencia”; a romper con viejos y malos hábitos, despojarme cada vez más de mis apegos materiales, a incomodarme más para poder reconectar y, por ende, acercarme más a la raíz/esencia.
Como dice el famoso refrán: “no todo es color de rosa”. No voy a negarlo, han sido días muy mágicos (donde he vivido cosas inimaginables) pero al mismo tiempo se me han presentado circunstancias y obstáculos, que por esta ocasión me gustaría llamarlos desafíos. La semana pasada, por ejemplo, tuve que enfrentarme a un fallo del satélite del Internet, lo cual repercutió en mi desempeño laboral – cabe recalcar que no busco atribuirle la culpa y/o responsabilidad al mismo. Esto por supuesto, me generó un revolcón emocional que, si no fuera por las herramientas de mindfulness y de inteligencia emocional que he venido aplicando a mi vida, estoy casi seguro de que hasta ahora seguiría afectándome significativamente. Tras este suceso, descubrí que tenía dos opciones: quedarme en el papel de víctima culpabilizando al mundo exterior, o sacudirme el polvo y levantarme, asumir mi posición, llenarme de fuerza de voluntad y amor propio, y girar la conversación interna hacia una positiva que me permitiera aprender la lección, evolucionar y avanzar hacia una versión mejorada de mi persona. ¿Cuál creen ustedes que fue mi decisión? ¡claramente la segunda! Eventualmente este cambio de mentalidad trajo nuevos resultados positivos en mi rendimiento, por lo cual puedo darle mayor validez a la frase de Marcel Proust que algún día leí: “nada ha cambiado, solo yo he cambiado, por tanto, todo ha cambiado.”
Retornando a mis pasatiempos en el campo, puedo contarles que estoy maravillado porque, en el transcurso de los días, he comenzado a percibir como la inteligencia de la Pachamama me empieza a envolver minuciosamente en sus pieles, acoplándome a su ciclo natural, arrullándome desde el atardecer, apaciguando mis pensamientos y preparándome con sutileza hacia un temprano y profundo sueño; y que horas más tarde, me despierta con un saludo de amor expresado a través de una dulce pintura de arreboles que decoran las nubes con su inefable belleza. En mis silencios la naturaleza nunca calla, me susurra al oído mis mas profundas verdades, me invita a soltar, a jugar, a confiar, a saltar, a crear, y a sanar. Recordemos que “la naturaleza es nuestro hogar – que proteger y cuidar – mas no un lugar que visitar.”
A veces es necesario optar por escuchar y observar, solo así es como he podido asimilar, entender y comprender lo magnífica que es esta universidad llamada vida.
Remoto desde el Campo Parte II - Adaptándome al cambio
¡Concuerdo!
Muchas veces el ruido de cosas que no son tan importantes nos abruman y no nos permiten escuchar o ver las cosas realmente importantes en nuestra vida.